Tras una de esas típicas lluvias intensas propias de esta zona que hacen que te rías del juicio final, es habitual que una serie de extraños insectos se agolpen en nuestra puerta, su intención es ir en busca de la luz con un instinto kamikaze hiperdesarrollado, de forma similar a los zombies que intentan comerse el cerebro del protagonista en la típica peli de miedo de serie B.
En sus intentos por alcanzar la luz al final del túnel pueden perder una de las alas y empezar a volar sin control, o pueden incluso llegar a quedarse sin ambas alas; eso no los cejará en su empeño de alcanzar su particular santo grial, seguirán con su particular misión divina por tierra, mar o aire.
Nacen con la lluvia y al día siguiente están muertas, son las termitas voladoras, los kenianos se las toman fritas e incluso crudas. Son las criaturas más desgraciadas y fugaces de la tierra.